Salir al extranjero...
Como todo en la vida, hacerlo la
primera vez es difícil y hasta atemorizante, el cuento es atravesar la línea de
lo desconocido para animarte y repetir experiencias…
En el 2007, estando desempleada y
ya con pocos ahorros, un día llegó mi hermana a alborotarme para irnos de viaje
al extranjero… Pero… ¿de dónde voy a sacar dinero? le dije yo; a lo que contestó.. “yo te presto
y tú me vas pagando”. Dije entonces: “Bueno!!! Quien soy yo para negarme,
jeje”.
Llegamos pues a una agencia de
viajes a ver folletos y más folletos; por fin encontramos uno que se acomodaba
a nuestros requerimientos… el tour iniciaba en París, seguía a Zurich,
Nuremberg, ambos en Alemania, después a Praga, Budapest y Viena.
Las fotos nos hicieron click; las
fechas para mi no tenían mayor importancia, pues no tenía chamba, pero a mi
hermana si le impactaban, así que decidimos hacerlo en diciembre. No tardamos
nada en animarnos y decir ¡Va!. Llevábamos ya dos meses revisando información,
costos y demás.
El avión nos lo consiguió la
chica de la agencia, que por cierto encontró muy buena tarifa para llegar un
día antes de que iniciara el tour, así que se dio a la tarea de buscar
disponibilidad en el mismo hotel al que estaba indicado en el paquete. Con todo
y pagar una noche extra de hotel, aún así nos salió más barato de lo que
originalmente habíamos encontrado.
4 meses después llegó el día de
partida… mi mamá nos acompañó al aeropuerto; ya bien ataviadas con outfit
invernal, dos maletas por cabeza entre chamarras, sweaters, bufandas, gorros,
guantes, ropa térmica y hasta galletas cargamos.
Emocionadas las hermanitas, por
ahí de las 9 pm subimos al avión de KLM, holandesas las azafatas, muy amables y
apenas parlaban español. Camino largo,
llegamos a Frankfurt, dos o 3 horas más de escala y luego a París; arribamos a
las 7 pm del día siguiente si mal no recuerdo. Los del tour ya estaban esperándonos
para llevarnos al hotel… de un extremo a otro, del Charles de Gaulle al hotel
pinchurriento que te ponen, en la periferia, pero eso sí, justo a un lado del
metro que te conecta con los sightseeings parisinos.
Llegamos con las pompis
desdibujadas tras tantas horas de vuelo, jetlag ni nos dio… la emoción a flor
de piel… dormimos y al día siguiente a primera hora salimos rumbo a la estación
del tren llamada La Opera, pues según nos dijeron en el hotel era la que mejor
nos quedaba…
Moverse en una ciudad de idioma
distinto con un mapa en mano y sin saber ni cómo… empezaba la aventura…
Continuará…
que padre aventura :)
ResponderBorrarUna experiencia inolvidable!
ResponderBorrarIncreíble Ruth!!
ResponderBorrarValió la pena arriesgarse, cierto??
Sin duda todo viaje implica momentos que jamas olvidaras y adentrarte a lo desconocido, pero creo que todas estas experiencias buenas o malas, son lo que hace que recuerdes esos momentos.
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