sábado, 26 de septiembre de 2015

Salir al extranjero...

Como todo en la vida, hacerlo la primera vez es difícil y hasta atemorizante, el cuento es atravesar la línea de lo desconocido para animarte y repetir experiencias…

En el 2007, estando desempleada y ya con pocos ahorros, un día llegó mi hermana a alborotarme para irnos de viaje al extranjero… Pero… ¿de dónde voy a sacar dinero?  le dije yo; a lo que contestó.. “yo te presto y tú me vas pagando”. Dije entonces: “Bueno!!! Quien soy yo para negarme, jeje”.

El destino habría que consensarlo, Julieta pa’ pronto dijo: “yo quiero Alemania” y yo Paris, contesté. Ahí empezó el show; buscar tours que incluyeran tales lugares; había que checar precio, fechas, avión y demás… Ninguna de las dos sabíamos cómo era la onda de los tours y descubrimos en la marcha que sólo te incluye el viaje terrestre; los boletos aéreos tú los buscas.

Llegamos pues a una agencia de viajes a ver folletos y más folletos; por fin encontramos uno que se acomodaba a nuestros requerimientos… el tour iniciaba en París, seguía a Zurich, Nuremberg, ambos en Alemania, después a Praga, Budapest y Viena.

Las fotos nos hicieron click; las fechas para mi no tenían mayor importancia, pues no tenía chamba, pero a mi hermana si le impactaban, así que decidimos hacerlo en diciembre. No tardamos nada en animarnos y decir ¡Va!. Llevábamos ya dos meses revisando información, costos y demás.

El avión nos lo consiguió la chica de la agencia, que por cierto encontró muy buena tarifa para llegar un día antes de que iniciara el tour, así que se dio a la tarea de buscar disponibilidad en el mismo hotel al que estaba indicado en el paquete. Con todo y pagar una noche extra de hotel, aún así nos salió más barato de lo que originalmente habíamos encontrado.

4 meses después llegó el día de partida… mi mamá nos acompañó al aeropuerto; ya bien ataviadas con outfit invernal, dos maletas por cabeza entre chamarras, sweaters, bufandas, gorros, guantes, ropa térmica y hasta galletas cargamos.

Emocionadas las hermanitas, por ahí de las 9 pm subimos al avión de KLM, holandesas las azafatas, muy amables y apenas  parlaban español. Camino largo, llegamos a Frankfurt, dos o 3 horas más de escala y luego a París; arribamos a las 7 pm del día siguiente si mal no recuerdo. Los del tour ya estaban esperándonos para llevarnos al hotel… de un extremo a otro, del Charles de Gaulle al hotel pinchurriento que te ponen, en la periferia, pero eso sí, justo a un lado del metro que te conecta con los sightseeings parisinos.

Llegamos con las pompis desdibujadas tras tantas horas de vuelo, jetlag ni nos dio… la emoción a flor de piel… dormimos y al día siguiente a primera hora salimos rumbo a la estación del tren llamada La Opera, pues según nos dijeron en el hotel era la que mejor nos quedaba…

Moverse en una ciudad de idioma distinto con un mapa en mano y sin saber ni cómo… empezaba la aventura…






Continuará…

4 comentarios:

  1. Increíble Ruth!!
    Valió la pena arriesgarse, cierto??

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  2. Sin duda todo viaje implica momentos que jamas olvidaras y adentrarte a lo desconocido, pero creo que todas estas experiencias buenas o malas, son lo que hace que recuerdes esos momentos.

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